«La trama de las Moiras» es una novela breve y densa, cuya demanda no puede ser desoída porque se construye en nuestra lectura. Como pocas, nos concede una función seria en su exploración compleja y, por lo mismo, le tomamos la palabra y seguimos su entramado, sólo en apariencia casual o inocente. El trayecto, al final, es conmovedor, no sólo desconcertante. Y de inmediato queremos pasarle la novela a otro lector, para compartir su estrategia de «caja china» (una lectura incluye a otra) sobre el mayor de los enigmas, la «muñeca rusa» (una mujer incluye a otra), que alegoriza la fuerza de lo femenino. Porque en esta novela el Narrador como el Lector (hay varias voces en cada función) documenta su entrega a las Furias, conquistadoras y devoradoras; capaces, nos dice Donayre, de mudarse a Chile con el hijo o dejarnos por cualquier argentino. [Julio Ortega] Cabe destacar en« La trama de las Moiras», el papel que desempeñan en la intriga los poemas y el diálogo. Éste lo acerca al realismo, neutralizando la atmósfera mágica, pero cuidándose de no caer en excesos costumbristas, los diálogos son una manera interesante de ir construyendo a sus personajes, quienes se debaten entre el esoterismo y la violencia sexual. Mientras que los poemas de Paz, Westphalen o Apollinaire y los propios poemas del protagonista crean la atmósfera mágica en la que la premonición y la necesidad de cumplir con el destino trazado por las Moiras van de la mano. [Carmen Ollé] Con una prosa sobria y de gran solvencia (que no es novedad desde su primer libro), el narrador va develando las diferentes capas de una intriga que va cobrando intensidad de una manera trepidante. La ciudad del Cusco, con su imagen mística y de ensueño, ayuda favorablemente para que el autor consiga darle a su relato una atmósfera inquietante. [Carlos M. Sotomayor]