Clint Eastwood (EE. UU., 1930) es un veterano entre los grandes maestros contemporáneos. Su ascenso en el firmamento del cine ha sido en verdad inusual: tras interpretar en la década de 1960 los papeles típicos de los *western de Sergio Leone, regresó a Hollywood y se reencarnó en el controvertido Harry, un inspector de policía de gatillo ligero. A partir de 1970 se lanzó a la dirección siguiendo las huellas de los grandes cineastas y produjo obras heterogéneas: desde el western (Sin perdón, 1992) al cine negro (Mystic River, 2003), desde la epopeya bélica (Cartas desde Iwo Jima, 2006) al homenaje musical (Bird, 1988), desde el melodrama (Los puentes de Madison, 1995) al fresco sobre el boxeo (Million Dollar Baby, 2004). Su obra más reciente, Invictus (2009), lleva a Estwood hasta Sudáfrica y la figura histórica de Nelson Mandela para proseguir la indagación que late en todas sus películas: ¿Puede un ser humano sobreponerse a la experiencia de la violencia y el mal?