Corre el año 904 en la vieja ciudad de Roma. De su antiguo esplendor apenas queda un vago recuerdo rondando algunas añosas ruinas. Es el Medioevo y Roma ya no es lo que fue; ahora su relevancia proviene de la presencia del Papa en Letrán y de la importancia que le confieren a su mandato los señores de las provincias italianas.

Teodora se ha erigido en la primera senadora de la historia romana merced a los turbios manejos de su marido Teofilacto, y sabe que debe obtener el control del nuevo Papa, Sergio III, a cualquier precio; en ello va la continuidad del predominio de su familia en el entorno italiano.

Mujer de artes oscuras, intenta una vez más lo que antes le ha funcionado tan bien: meterse entre las sábanas del Papa. Pero Sergio III ya no es un hombre joven y lo que se le antoja es cumplirse un capricho pendiente de tiempo atrás: desea una mujer virgen.

“Tú serás emperatriz”, promete la intrigante Teodora a Marozia, su hermosa hija mayor que apenas se ha convertido en mujer.

En el lecho del Papa inicia el largo recorrido de Marozia en pos de la corona imperial, que implicará reunificar el Imperio Romano de Occidente desintegrado siglos atrás, para lo que las maliciosas mujeres recurrirán a los más turbios manejos sin asomar siquiera un atisbo de piedad.